LA FERIA DEL PAN DE GALDAMES CONFIRMA SU TRADICIÓN CON BUENAS VENTAS
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EL CONCURSO DE HOGAZAS EN HORNO DE LEÑA REUNIÓ A 27 PRODUCTORES DE BIZKAIA, ALAVA Y BURGOS
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Exito de público, de productores y de ventas. Se notó que este año la Nochebuena coincidió en sábado. Hasta el propio Olentzero acudió guiado por el olor y el calor del pan artesano. Poco más se puede pedir a la clásica Ogi Eguna de Galdames, la tradicional feria panadera que cada 24 de diciembre, y ya van veinticuatro ediciones, organiza el ayuntamiento encartado en torno a su Plaza de San Pedro. Para la mayoría, la mejor feria panadera del norte peninsular; para los menos, la segunda tras la muestra de Estella. Una cita ineludible que este año ha reunido a veintisiete productores y cuarenta hogazas de un "nivel excelente" en torno a su concurso de panes artesanos.
Las frías temperaturas y la lluvia de la mañana de Nochebuena no fueron obstáculo para que cientos de personas acudieran a Galdames a disfrutar de su tradicional feria del pan, de su ineludible Ogi Eguna. Afluencia que ha superado a la registrada en años anteriores, según sus organizadores, por coincidir en sábado.
Ciclistas, montañeros, personas de otras nacionalidades y curiosos por doquier pusieron la nota de color a la XXIV edición de la feria panadera. Eso sí, pocos fueron los que se marcharon sin el clásico tentempié, pan y algo más como exigía la ocasión. Los bollos "preñaos" y los talos con morcilla o chorizo fueron los más requeridos en esta feria que surge en 1987 para conservar la tradición de elaborar pan artesano el día de Nochebuena.
Los cerca de treinta expositores pusieron con éxito sus productos, a pesar de que el precio, 3,5 euros por hogaza, no fue del agrado general. Opiniones aparte, todos los panes fueron vendidos pasado el mediodía; sólo quedaron las migas... y las cajas llenas.
En los puestos de la plaza de San Pedro se ofreció, no sólo hogazas, sino la más variada oferta de panes, además de muchos otros derivados de la harina, como tortas, panes de nueces... Eso sí, todos caseros cocidos en hornos de leña.
Los niños pudieron comprobar su destreza elaborando sus propios panes en el taller infantil. Un taller que este año, ante la demanda de solicitudes, tuvo que desarrollarse en varios turnos, de forma paralela al desarrollo del certamen..
El Taller infantil, por el que pasaron este año más de cincuenta peques, sólo tuvo un pero, la actuación de algunos padres incapaces de discernir los espacios estrictamente infantiles. Una cosa es vigilar y otra invadir el terreno de unos niños expectantes ante el arte panificador.
Los nños fueron verdaderos protagonistas de la jornada elaborando sus propios panes de principio a fin, pues además de amasar fueron testigos de excepción de la posterior cocción en un horno habilitado para tal fin en la Plaza de San Pedro. La Feria de Galdames, su certamen, ha impulsado la recuperación de treinta y dos históricos hornos de leña que estaban en ruinas.
El inicio de la jornada no auguraba nada bueno, a tenor de la lluvia que cayó sin dar ninguna tregua. A pesar de ello, la música de la romería tradicional vasca vibró durante toda la mañana en la Plaza de San Pedro de la mano de la fanfarria Salbaitzale. Mayores y sobre todo niños bailaron al compás de una de las sinfonías identitarias con más prestigio en la comarca de Encartaciones.
Los tres miembros que integraron el jurado del concurso de panes no lo tuvieron nada fácil en esta veinticuatro edición para dilucidar entre las cuarenta hogazas presentadas, siete menos que en la pasada. La degustación, en los bajos del Ayuntamiento, no fue a puerta cerrada, para evitar posibles comentarios salidos de tono. ¿Quién dijo que con pan y vino no se anda el camino? Vino, y no sólo un vaso, fue el que permitió a los miembros del jurado limpiar los paladares.
Boquiabiertos, ojos desencajados y sin pestañear, el mayor de los espectáculos protagonizados por los más peques, amén del olentzero, durante la sesión de cuentacuentos. Sin duda una jornada con mucha miga para los más jóvenes y los entrados en años. Y lo más sorprendente, el ignotismo y buen hacer de la cuentacuentos silenció por momentos la plaza mayor de Galdames.
Pocos minutos pasaban del mediodía cuando el Olentzero bajó de los montes de Galdames cargado de regalos y sorpresas para los niños. Todo estaba previsto por la organización, salvo un pequeño detalle, la insistencia de muchos peques para que el Olentzero escuchara una por una sus peticiones. Y es que algunos habían pedido "más de veinticinco regalos".
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